martes, 12 de julio de 2011

20 horas en plena oscuridad.

La oscuridad me desespera, es mi peor temor estar en un lugar cerrado sin una brillante luz del día que me ayude a escapar de esa neguera. Me hace sentir débil y me estremezco como si estuviera muriendo. Creí que nunca superaría este temor y menos luego de esta situación.
Ahí estaba yo en plena oscuridad dentro de un cajón, que media dos metros por un metro. En mi propio ataúd. Encerrado en la oscuridad, mis manos transpiraban, me estaba quedando sin aire. Lo único que podía reconocer era la tierra que entraba por un orificio. Mi desesperación empezó a crecer. Necesitaba salir de allí, tener contacto con el exterior. Pero ¿Cómo había llegado aquí? Lo ultimo que recordaba era el décimo aniversario con mi esposa comiendo en el mejor restauran de todo Aspen. Sus ojos claros me cautivaban, su tes clara brillaba como el sol al amanecer, tenia una figura esbelta, increíble. Era fina y delicada. Mí amada Carol…
Ese día fue increíble, esquiamos toda la tarde y salimos a comer, será inolvidable.
Pero seguía pensando ¿Había sufrido un ataque de catalepsia? O ¿Se habrán equivocado al enterrarme? Todas estas preguntas empezaron a surgir. En ese momento me di cuenta realmente que en pocos minutos iba a morir y nunca vería a Carol de vuelta. A cada segundo me iba desesperando más y más. Tenía un terrible miedo. 
De repente sentí movimiento brusco como si la tierra se moviera. Empecé a gritar y allí vi la luz. Me estaban sacando de ese maldito ataúd. Me desmaye.
Luego de pasar la noche en el hospital ya que me faltaba el aire, solo quería explicaciones. Me dijeron que había tenido un accidente automovilístico y en el impacto mis fuerzas vitales habían bajado al mínimo. Todos creían que había muerto pero yo seguía viviendo! Finalmente me enterraron en el cementerio den Sta. Katrina. Pero desafortunadamente uno de los médicos de la morgue se dio cuenta de que todo había sido un error. Ya que en las planillas medicas decía que mi presión arterial se encontraba alta. Mis latidos subían cada vez mas por eso recuerdo cuando me recupere y Carol estaba ahí totalmente emocionada y me abrazo como nunca lo había echo desde ese día que vivimos el día a día.

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